viernes, 18 de septiembre de 2015

¿Por qué los chilenos mantienen la tranquilidad ante un terremoto?


Al menos 12 muertos, cientos de miles de evacuados y parte de la costa devastada: una vez más un terremoto golpeó a Chile dejando un estela de dolor y destrucción.

Y, sin embargo, la mayoría de los chilenos reaccionó con una tranquilidad que llama la atención de todos, sobre todo de los que son de países no sísmicos.
A lo largo de su historia, Chile ha sido golpeado por numerosos terremotos.
De hecho, el más grande del que se tiene registro (de magnitud 9,6 en la escala de Richter) ocurrió en la sureña ciudad de Valdivia en 1960.

Eso hace que desde niños nos hagamos a la idea de que los temblores serán una constante en nuestras vidas. Es inevitable. Antes o después, el suelo se moverá bajo nuestros pies.

Desde pequeños, los chilenos participan regularmente en simulacros organizados en los colegios y aprenden que mantener la calma y evacuar en orden es más seguro y eficaz.

También saben que un gran número de edificaciones cumplen estrictas normas antisísmicas que hacen más difícil que se derrumben.

No es que no se asusten -hay gente que les tiene pánico y sí huye despavorida. O peor aún, se producen muertes por infarto, como ocurrió el martes.

Pero la mayoría, aprenden a ponerlos en perspectiva. Y a esperar.

Por ejemplo: si ocurre de noche y se está acostado, se toma un tiempo para sopesar si vale la pena salir de la cama. De hecho, la mayoría de las veces no es necesario.

Los terremotos no siempre empiezan con grandes remezones. La intensidad puede ir aumentando en forma paulatina, desde un movimiento casi imperceptible a uno en que es imposible mantenerse en pie.

Incluso cuando hay un terremoto la reacción puede no ser inmediata.
Eso es otra cosa que mucha gente no sabe: los terremotos tienen distintas formas. A veces son ondulantes, a veces el movimiento es predominantemente vertical, otras horizontal.

Cuando un sismo te sorprende en la calle, lo más sensato es buscar el lugar donde haya menos postes, cables, construcciones que puedan caer sobre ti.
Para el terremoto de 2010,  la una intensidad fue de 8,8 y murieron más de 500 personas, la mayoría en el tsunami que lo siguió. Fueron días tristes para el país.

Poco después era impresionante cómo había golpeado la psiquis de la gente. No hablaban de otra cosa. Todos contaban dónde estaban cuando sucedió y cómo lo habían vivido.

Historias tristes de conocidos que habían perdido a algún ser querido, otras de mucho miedo,gente que pensaron que era el apocalipsis, de niños que miraban a sus padres sin entender qué estaba pasando, de familiares que perdieron sus casas.

Ese sismo, el más mediático que haya vivido el país, aumentó la conciencia sobre la importancia de seguir las instrucciones de las autoridades, saber cuáles son las vías de evacuación y cerciorarse de que uno tiene a mano una linterna que funcione.

También acabó con varios mitos.

Si antes se pensaba que lo mejor para protegerse dentro de una casa era pararse debajo del marco de la puerta, ahora saben que es preferible arrodillarse al lado de la cama, en el lado donde puedan caer menos objetos. Y eso hacen.

No corren no sólo porque están acostumbrados, sino porque creen que saben qué hacer o porque a veces el movimiento es tan fuerte que apenas pueden caminar y correr es literalmente imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario